domingo, 20 de marzo de 2011

Comentario sobre "El amor en los tiempos del cólera", de Gabriel García Márquez

Argumento

La novela comienza cuando el anciano doctor Juvenal Urbino asiste como forense a casa de su amigo y rival ajedrecístico Jeremiah de Saint-Amour, que acaba de suicidarse. Mediante una carta que éste ha dejado, Juvenal Urbino se entera de la existencia de una amante de su amigo, a la cual visita; ésta le revela la causa del suicidio: Jeremiah de Saint-Amour había tomado la firme decisión de no vivir la vejez y acabar su vida a los 60 años.

El doctor Juvenal Urbino asiste ese día con su esposa, Fermina Daza, a una fiesta social, y cuando se prepara para asistir al entierro de su amigo, sufre un accidente en su propia casa y muere al lado de su esposa sin apenas tiempo para decirse cuánto se habían amado “por encima de las dudas de ambos”. En el mismo entierro del doctor, aparece Florentino Ariza, el cual, ante la sorpresa de la viuda, reitera a ésta su juramento de amor eterno.

El tiempo narrativo regresa al pasado, a la juventud de los personajes principales. Entonces nos enteramos de que Fermina Daza es una bella muchacha de familia provinciana, a la cual pretende el joven Florentino Ariza, enamorado platónicamente de ella. Ambos, sin apenas haberse visto a solas, mantienen durante algún tiempo una correspondencia amorosa a pesar de la oposición del padre de Fermina, que la aleja llevándola de viaje hacia su región de origen. Al regreso, Fermina Daza vuelve a ver a Florentino Ariza, pero se da cuenta de que su amor hacia él no ha sido más que una ilusión juvenil y lo rechaza.

El joven doctor Juvenal Urbino, hijo de una familia acaudalada, acaba de regresar de París, donde ha cursado brillantemente sus estudios de medicina, y comienza una prestigiosa carrera en cuyos inicios consigue atajar una epidemia de cólera mediante nuevos métodos aprendidos en Europa. Entonces conoce a Fermina Daza y pretende entablar relaciones formales con ella. Fermina se opone inicialmente, pero por fin acepta casarse con él, y ambos parten a un feliz viaje de varios años por Europa. Así comienza una larga relación matrimonial de 50 años, en la cual tienen varios hijos. Juvenal Urbino se convierte en un brillante médico y en un patricio de la ciudad, mientras que Fermina Daza, que al principio soporta mal las convenciones sociales y familiares, acaba llevando una vida feliz al lado de su esposo al que ama, sólo turbada por alguna infidelidad ocasional de éste, y habiéndose olvidado de Florentino Ariza, al cual considera sólo como un fantasma del pasado.

Entretanto, Florentino Ariza comienza una carrera burocrática en la Compañía de Navegación Fluvial, propiedad de su familia, en la que acaba siendo presidente. Eternamente enamorado de Fermina Daza, no la olvida a pesar de las innumerables aventuras amorosas con numerosas mujeres de toda clase, edad y condición, y dispone su vida con el firme propósito de acabar unido a ella a pesar de los muchos años que pasen.

Tras la muerte del doctor Juvenal Urbino, Florentino Ariza, tras un año de escribir cartas a Fermina Daza, que ella lee atentamente pero a las que no responde, comienza a visitarla asiduamente, y pronto surge entre ellos un verdadero amor a pesar de su avanzada edad; ambos deciden realizar un largo viaje por el río en uno de los barcos de la compañía fluvial que él preside.


Comentario

Por encima del indudable interés que suscitan los hechos narrados, la belleza del libro de García Márquez reside sobre todo en el lenguaje y en el estilo narrativo, y en la descripción psicológica de los personajes y de las relaciones sentimentales entre ellos. La época de la narración está vagamente definida en torno a las décadas que rodean el cambio del siglo XIX al XX. El tiempo narrativo no es lineal: la narración comienza en un tiempo que podríamos llamar día inicial (el día de las muertes de Jeremiah de Saint-Amour y de Juvenal Urbino), en que el autor narra los hechos de dicho día. Tras la aparición de Florentino Ariza, el tiempo narrativo da un gran salto hacia el pasado, que dura la mayor parte del libro, y nos enteramos de la vida de los personajes principales desde su juventud. Se traspasa sin solución de continuidad el día inicial, y el tiempo continúa hasta el final de la novela. Pero esta compleja estructura narrativa en ningún momento adolece de confusión, sino que contribuye a enriquecer la acabada estructura de la novela, y contrasta maravillosamente con la sencillez de la trama argumental.

En cuanto al estilo, éste es al mismo tiempo sencillo y de una serena belleza, no exento de fino sentido del humor. El vocabulario es fácil, la sintaxis es rica y bien cuidada. Abundan los verbos en tiempo imperfecto, como corresponde a la forma narrativa que hemos descrito. Escasean los diálogos, así como las descripciones de ambientes o paisajes. El lugar geográfico, de forma semejante al tiempo narrativo, apenas si está esbozado: una mediana ciudad de provincias a orillas del Caribe, en la desembocadura de un río que sólo al final descubrimos que se trata del Magdalena, de Colombia (la ciudad debe ser, pues, Barranquilla).

De manera ostensible, el autor se centra en el mundo de los personajes principales y en su entorno inmediato. García Márquez pinta a sus personajes como seres de gran calidad humana, capaces de sentimientos nobles y casi heroicos, haciendo que éstos se nos hagan inmediatamente familiares y se ganen nuestra simpatía.

Florentino Ariza es el tipo de hombre tímido, de aspecto exterior descuidado, pero de un temperamento poético y apasionado. Eternamente enamorado de Florentina Daza, el verse rechazado por ésta no le hace caer en un estado de frustración o depresión, sino que, con un convencimiento casi místico de su éxito amoroso final, emprende una vida que se mueve entre su carrera profesional, que realiza “por amor”, para ganarse un prestigio y un estatus social que le haga merecedor del amor de Fermina, y una carrera de conquistas amorosas que son vividas por él como relaciones afectivas plenamente humanas, y aún le queda tiempo para escribir cartas de amor para uso de los jóvenes enamorados que no sabían escribir. En su reencuentro con Fermina Daza, tiene la sensibilidad y el acierto de no plantear la relación como una continuación de su apasionado amor juvenil, que nunca existió más que en forma de bella ilusión, sino sobre unas nuevas bases más reales de amistad mutua que poco a poco se profundizan y se convierten en un amor que desafía al tiempo y a la edad.

El doctor Juvenal Urbino, de ideología tradicional y católica, médico prestigioso, hombre culto, de elevada posición económica y social, se nos presenta como de espíritu altruista (recordemos su condición de impulsor de iniciativas sociales y culturales en su ciudad), sin rastro de sectarismo (es capaz de apreciar la amistad de un “santo ateo”, como él define a Jeremiah de Saint-Amour), y siente un profundo amor por su esposa Fermina Daza, como reconoce en su interior el propio Florentino Ariza, que lamenta que su futura felicidad dependa necesariamente de la muerte de un hombre tan noble. Su condición humana se refleja en el episodio de su ocasional adulterio, en que cuando se ve descubierto por su esposa no trata de ocultarlo, sino que siente la necesidad de sincerarse con ella a pesar de que esto origine la temporal separación de ambos.

Fermina Daza es una mujer bella, hija de un provinciano que ha conseguido enriquecerse a base de turbios negocios, la cual logra, sin habérselo propuesto como objetivo, una posición social elevada mediante su matrimonio  con el doctor Juvenal Urbino. A pesar de su origen humilde, mantiene en todo momento con dignidad una posición de dama respetable, elegante y noble, exenta asimismo de vanidad y ostentación, y en todo momento es sincera consigo misma y con los que la rodean. Durante su adolescencia y primera juventud mantiene una relación amorosa, reducida a un continuo intercambio de cartas, con Florentino Ariza, en difíciles condiciones y a pesar de la oposición de su padre, aunque ello le cueste incluso la expulsión del colegio y el alejamiento de su querida tía Escolástica. En el viaje al que la arrastra su padre, conoce a su prima Hildebranda y adquiere nuevas experiencias, de manera que a su regreso, al ver a Florentino Ariza y darse cuenta de que sus relaciones no han sido más que una ilusión, no duda en despedirlo con una frase de compasión. Su inicial rechazo hacia el doctor Juvenal Urbino se debe precisamente a la semejanza de éste con el “hombre ideal”, con el buen partido que su padre busca para ella para ascender en la escala social, proyecto que ella no asume. Y si se decide a aceptarlo es por un motivo muy humano, sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias de la época: “aturdida por el miedo de la oportunidad que se le iba y la inminencia de los veintiún años, que era su límite confidencial para rendirse al destino”.

Uno de los aspectos más interesantes de la obra es la relación entre Fermina Daza y su marido, el doctor Juvenal Urbino. Bajo la forma exterior de un matrimonio que casi podría considerarse de conveniencia, ambos desarrollan una relación de comunicación y convivencia casi perfecta, que ambos son incapaces de distinguir del verdadero amor. Aunque se casan casi sin conocerse y sin existir un verdadero enamoramiento, inmediatamente se dan cuenta de que no habrá ningún obstáculo para construir una verdadera relación amorosa. El amor surge entre ellos de manera natural a partir del encuentro mutuo y de la aceptación de la otra persona con todas sus cualidades y defectos. De excepcional belleza son las páginas en que García Márquez nos cuenta las primeras relaciones íntimas de los jóvenes esposos, llenas de ternura y delicadeza, y el feliz viaje de novios por Europa. Y cuando la monotonía de la vida cotidiana y el ambiente familiar y social del palacio de los Urbino amenazaban con acabar con la felicidad de la pareja, no dudan en abandonarlo todo y reemprender el viaje para reencontrar el amor que amenazaba con perderse; a su regreso, venden el palacio familiar y se instalan en una casa a las afueras de la ciudad a salvo de las presiones sociales. Y en el transcurso de los años ambos asumen y reconocen la autenticidad del sentimiento que los une.

El tema del libro es, como el título indica, el amor. Las referencias al cólera son marginales y circunstanciales: vagas noticias de epidemias, en una de las cuales el padre del doctor Urbino había hallado la muerte; Juvenal Urbino se especializa en los nuevos métodos médicos aplicables en la lucha contra el cólera, y precisamente conoce a Fermina Daza en una visita médica en que se temía infundadamente que ella hubiese contraído la enfermedad, etc. Sin embargo, el título del libro adquiere coherencia puesto que describe la forma particular de las relaciones amorosas en una época determinada que no es la actual ni tampoco necesita de una delimitación más precisa: los tiempos del cólera. Efectivamente, tanto los personajes como las relaciones entre ellos gozan de autenticidad y tienen pleno sentido en la época en que están descritos, y, por encima de la universalidad e intemporalidad del sentimiento amoroso, perderían parte de su verosimilitud si se trasladasen a cualquier otra época histórica o bien a la actualidad.

Pero esta contextualización historia se hace necesaria y pertinente sólo en cuanto a las formas externas: caracterización de los personajes, de las relaciones sociales y de las convenciones, del ambiente, etc. En realidad, en su aspecto profundo, la novela nos está hablando de sentimientos y relaciones plenamente humanas que, desvestidas de su envoltorio externo, son vigentes y trasladables a cualquier época o lugar. Esta distinción entre forma externa y sustancia o contenido profundo es la misma que podemos establecer en otras obras o mitos de la literatura universal, también sobre el amor: contenido idéntico y forma distinta que relacionan la Carmen de Mérimée o Bizet con la de la película Carmen Jones, o bien el Romeo y Julieta de Shakespeare con el West Side Store de Bernstein.

En definitiva, se trata de una magnífica novela, merecedora por sí sola de un premio Nóbel.

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