viernes, 11 de enero de 2013

Clasificación "sui generis" (y quizá ingenua) de las narraciones literarias, y petición de consejo sobre potenciales lecturas


En mi vida he leído pocas obras literarias; por ello, me considero casi inexperto en el tema. He preferido dedicar mi tiempo libre para la lectura y el estudio a las obras relacionadas con mi profesión o con alguno de mis múltiples temas de interés: libros de gramática, lingüística, ciencia (tanto técnicos como divulgativos), música, historia, política, economía... Y ello no es porque no me guste la literatura; me gusta, y mucho. Pero el tiempo es limitado, aunque he tenido muchas épocas en que he pasado "de los teoremas a los poemas" o viceversa.

Sin embargo, existe un motivo que ha provocado en mí una cierta prevención hacia la narrativa literaria: en muchas ocasiones, bajo el envoltorio engañoso de un título atractivo y sugerente o de un autor famoso o consagrado, se ha escondido, cual manzana emponzoñada, una historia cuya temática, desarrollo o desenlace han chocado con mi sensibilidad vital, me han decepcionado profundamente o me han dejado un sabor de boca amargo y desagradable.

Y es que yo, como creo que la mayoría de las personas, prefiero los finales felices a los desgraciados, el amor al odio, la felicidad a la decepción, la vida a la muerte, la risa al llanto, el placer al dolor, la comedia a la tragedia, lo bueno a lo ruin, lo bello a lo feo, los héroes (o heroínas) a los villanos... Y no me avergüenzo de decirlo. Algunos me calificarán de ingenuo, o me dirán que el arte intenta reproducir la vida; pero yo contestaré que en la vida también existe amor, felicidad, risa, belleza, amistad, sentimientos positivos, alegría, esperanza e ilusión. De desgracias, ya el destino nos adjudicará nuestra cuota inevitable; y desde luego, ya sé que "dentro de cien años todos estaremos calvos", pero no necesito ni me apetece que me lo recuerden en cada página.

Ciertamente, la tragedia tiene un lugar en el arte, y puede llegar a emocionarnos, sobre todo cuando sirve de soporte, en la ópera, a una música exquisita; pero al menos yo necesito que el desenlace trágico se derive como consecuencia inevitable de las circunstancias del personaje o del ambiente que le rodea, y no de la mala voluntad deliberada e injustificada del autor. Y la prefiero "a pequeñas dosis", es decir, en el teatro o en la ópera, mejor que en una narración larga. La expresión de la tristeza puede llegar a ser sublime en la poesía lírica o en la elegía, si va acompañada de una búsqueda de belleza o perfección en la forma. Pero lo que no soporto son las plañideras eternamente quejumbrosas del desamor, y además descuidadas en la expresión. Y mucho menos aguanto que, en una novela de centenares de páginas, el autor vomite sobre mí, como lector, sus frustraciones, su amargura o su odio hacia el género humano, o castigue a sus personajes, y de paso nos castigue a nosotros los lectores, con el "inevitable" fracaso, suicidio, muerte prematura, asesinato, accidente fatal o cualquiera de los males imaginables producto patentado de la mente de su creador, sobre todo cuando el desenlace podría haber sido completamente distinto sin que la historia perdiese un ápice de interés.

Me complazco en las historias que tratan de personas y de relaciones humanas. Pero añoro las que ofrecen sus aspectos enriquecedores; las que exaltan el amor, la amistad, el sacrificio solidario; las que ofrecen una perspectiva positiva y esperanzadora de la vida; las que narran un proceso de superación personal; las que, en definitiva, nos dejan un buen sabor de boca. Respeto todos los gustos y opiniones, pero expreso sin pudor los míos: los autores que pretenden hacer de sus novelas tesis doctorales sobre "la inutilidad de la vida", sobre "la desolación del hombre contemporáneo", etc., no son "aptos para José". Ya sé que quizá dejo fuera a numerosos "autores importantes", muchas "obras cumbres de la literatura", etc., y quizá géneros enteros. No me importa; seguro que hay otros tantos autores y obras, igualmente "importantes" y "cumbres", que sí que son "toleradas para mí".

Por ello, hace unos años que hice, medio en broma, una clasificación (o puntuación) personal de las narraciones literarias basadas en mis gustos y preferencias personales, desde el punto de vista de lo que podríamos llamar su "contenido vital". Esta clasificación no pretende juzgar ni tiene nada que ver con la calidad literaria de las obras; su único objetivo era pedir a mis amigos que me orientasen o me recomendasen obras que fuesen "toleradas" o "aptas" para mí, en el sentido que explicaba anteriormente, es decir, que pudiesen gustarme. Os la expongo a continuación, con ejemplos de algunas obras famosas entre las que he leído y que responden a lo que quiero decir. Una obra literaria puede ser:

5. Optimista: los protagonistas triunfan o superan las dificultades. Los "buenos" ganan y los "malos" (si los hay) son vencidos. Comedias agradables o dramas con final feliz. Novelas sentimentales, históricas, de aventuras, etc., que respondan a esta descripción. Ej.: Los novios (Manzoni), Crónica del rey pasmado (Torrente Ballester), La historia del sitio de Lisboa (Saramago), Pepita Jiménez (Juan Valera).

4. Positiva: aunque no pueda clasificarse como "novela rosa" y pueda tener algún elemento de tristeza o nostalgia, expresa una visión general positiva de la vida y de las relaciones humanas, con elementos y desenlace gratificantes para los personajes y los lectores. Ej.: El amor en los tiempos del cólera (García Márquez), Corazón tan blanco (Javier Marías), Los pilares de la Tierra (Ken Follett).

3. Neutra: narración no marcada en cuanto a visión optimista o pesimista: Puede tener un final ambiguo, ambivalente o indiferente que quiera expresar un desenlace realista. Expresa una visión general no necesariamente trágica en que de cierta manera al menos algunos personajes positivos encuentren alguna compensación o esperanza. Puede haber elementos trágicos, pero con algún contrapunto positivo en ciertos aspectos o personajes. Ej.: La plaça del diamant (Redoreda), La barraca (Blasco Ibáñez), Tiempos difíciles (Dickens), La romana (Moravia), El Quijote (Cervantes), Les liaisons dangereuses (Choderlos de Laclos),...

2. Trágica justificada. Los personajes principales fracasan o llegan a un final trágico que se presenta como consecuencia necesaria e inevitable de las circunstancias sociales, familiares, personales, etc., que el autor quiere remarcar o denunciar, o de los condicionamientos morales de la época. Implica una visión trágica no exenta de heroicidad o de grandeza, pero no necesariamente amarga. Entrarían en este apartado la mayoría de las tragedias del teatro clásico y de la ópera; entre las novelas, podríamos citar Cañas y barro (Blasco Ibáñez), Madame Bovary (Flaubert)...

1. Amarga. El desarrollo y el desenlace trágicos, aunque puedan no carecer de lógica o coherencia con el relato, no son necesarios y podrían haber sido diferentes sin que la historia perdiese interés o grandiosidad, de manera que son una consecuencia deliberada de una visión amarga y pesimista del autor, al menos en el momento o en la intención de escribir la obra. La elección del tema y de los personajes, o bien el final, son marcadamente negros, y producen una sensación de decepción y de frustración en el lector. Huir. Ej.: La magnitud de la tragèdia (Quim Monzó), Notre Dame de Paris (Victor Hugo), El árbol de la ciencia (Pío Baroja).

Desde luego, a una obra, para considerarla como lectura potencial, le pido calidad literaria; en este punto, no tengo más remedio que fiarme de las recomendaciones de los manuales, de las reseñas de los expertos, de las críticas, de los amigos que la han leído, etc. Pero en cuanto a mis preferencias, está claro que descienden a lo largo de la escala clasificatoria vital que he expuesto. Desde luego, soy consciente de que quizá no hay porcentualmente muchas obras, sobre todo en la literatura actual, con calidad suficiente y que puedan encuadrarse en el grupo 5 (optimistas); las que existen son gemas especialmente brillantes. Me conformo con las de los grupos 4 (positivas) o quizá el 3 (neutras), sobre todo si su temática me interesa. Respecto al grupo 2 (trágicas justificadas), las admito bien en el teatro o en la ópera; pero en la novela han de ser obras que tengan una alta calidad para que me hayan gustado (como las de los ejemplos citados), o bien que me interesen por su tema, su celebridad o por su carácter de obras "de necesaria lectura" para que me sienta atraído para leerlas. Y las del grupo 1 se resumen, para mí, en la palabra "huir", independientemente de su calidad o fama.

Por ello, pido a los amigos y amigas que leáis esto, que seguro que seréis mucho más expertos que yo, que me recomendéis lecturas potenciales de obras que os hayan gustado teniendo en cuenta mis preferencias expuestas, sobre todo de novelas contemporáneas o actuales (ya que de las clásicas existe mucha más información disponible). A cambio, me comprometo a ir publicando los resúmenes y comentarios que valgan la pena de las obras que he leído o que vaya leyendo.